La serie de normas UNE-EN 197 sobre cementos se complementa con la recientemente publicada parte 5. Esta norma cubre nuevos tipos de cemento que permitirán a los prescriptores de las estructuras de hormigón y aplicaciones de los morteros de cemento cumplir con los objetivos españoles frente al cambio climático, así como minimizar el uso de recursos naturales.
La Norma UNE-EN 197-5 llega en el momento oportuno. Tras el Pacto Verde Europeo de finales de 2019, la industria del cemento, en España a través de Oficemen, mostró públicamente su hoja de ruta hacia la neutralidad climática, dejando patente su absoluto compromiso por cumplirlo.
El Comité Europeo de Normalización (CEN) aprobó el 8 de febrero de 2021 la nueva norma europea de especificaciones del cemento Portland compuesto CEM II/C-M y del cemento compuesto CEM VI. Esta norma fue publicada en mayo y el 9 de julio fue publicada la versión española por UNE (UNE-EN 197-5) [1]. Se trata de la quinta parte de la serie de normas de especificaciones de cementos EN 197 y los cementos de esta norma surgen como respuesta a la necesidad de la sociedad de actuar frente al cambio climático. La Unión Europea (UE) está comprometida con el Acuerdo de París y sus objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). En consecuencia, la nueva Estrategia Industrial para Europa, publicada en 2020, destaca que el principal reto al que se enfrenta la industria de la UE es la neutralidad de carbono, es decir, conseguir un resultado neto de cero emisiones. Por otro lado, las industrias intensivas en energía son esenciales para la economía europea y, por tanto, su modernización y descarbonización son cuestiones estratégicas [2].
La industria cementera española ya ha ido avanzando en la mejora de la eficiencia energética y reducción de las emisiones de dióxido de carbono. De hecho, el 21 de diciembre de 2020, la Agrupación de Fabricantes de Cemento de España, Oficemen, anunció su intención de contribuir al Pacto Verde europeo trabajando por la neutralidad climática a lo largo de toda la cadena de valor del cemento y del hormigón, objetivo que se pretende alcanzar antes de 2050 [3]. La Figura 1 presenta las cinco etapas consideradas en este enfoque denominado de las 5Cs (clínker, cemento, concreto/hormigón, construcción, carbonatación).
La UNE-EN 197-5 Cemento. Parte 5: Cemento Portland compuesto CEM II/C-M y cemento compuesto CEM VI [1], se enmarca en la estrategia definida en la segunda etapa del enfoque de las 5Cs (ver Figura 1). Estos cementos contienen una elevada cantidad de adiciones ya conocidas, pero en proporciones diferentes a las ya normalizadas, tal y como se muestra en la Figura 2 para el caso de cementos CEM II/C-M (S-V) y CEM VI (S-V). Se observa que la composición de estos cementos se encuentra entre la de los cementos CEM II/B-S o CEM III/A y la de los CEM V/A o CEM V/B, respectivamente. Esto nos recuerda el trabajo del químico ruso Dmitri Mendeléyev que, basándose en la hipótesis de que las propiedades de los elementos químicos dependen de sus respectivos pesos atómicos de forma periódica, pudo estimar algunas de las propiedades de elementos químicos que aún no existían en aquella época [4].
De igual manera, podemos pensar que las propiedades de los cementos CEM II/C-M (S-V) y CEM VI (S-V) serán intermedias entre las propiedades de los cementos que los rodean en la Figura 2. Asimismo, la idoneidad para el uso previsto de estos tipos de cemento, es decir, la producción de hormigón estructural, se ha evaluado experimentalmente en tres programas de ensayo realizados en el marco del comité europeo de normalización CEN/TC 51/WG 6 Definitions and terminology of cement [5-7], cuyos resultados y conclusiones han sido aprobados por el CEN/TC 51 Cement and building limes.
Estos nuevos tipos de cemento permitirán a los prescriptores de las estructuras de hormigón y aplicaciones de los morteros de cemento el cumplimiento de los objetivos españoles frente al cambio climático y minimizar el uso de recursos naturales. También están enfocados al cumplimiento del Artículo 8 Eficiencia energética y rehabilitación de edificios de la Ley 7/2021, de 20 de mayo, de cambio climático y transición energética que dice: Los materiales de construcción utilizados tanto en la construcción como en la rehabilitación de edificios deberán tener la menor huella de carbono posible a fin de disminuir las emisiones totales en el conjunto de la actuación o del edificio; aunque lo lógico hubiera sido que se considerase el ciclo de vida completo del material en la unidad funcional final en vez de fijarse únicamente en “la menor huella de carbono posible” de cada material de construcción. Además, la Subdirección General de coordinación de políticas de cambio climático de la Oficina Española de Cambio Climático del Ministerio de Agricultura Alimentación y Medio Ambiente considera que también hay que minimizar la huella de carbono en las fases de diseño y de fabricación de los materiales.
La Norma UNE-EN 197-5 llega en el momento oportuno. Tras el Pacto Verde Europeo de finales de 2019, la industria del cemento, en España a través de Oficemen, mostró públicamente su hoja de ruta hacia la neutralidad climática, dejando patente su absoluto compromiso por cumplirlo. El sector tiene claro que deberá descarbonizarse a tiempo o se deslocalizará a otros países, perdiendo España un sector moderno con puestos de trabajo de calidad, y con el contrasentido de que nuestro país deberá importar cemento produciendo globalmente mayores emisiones de CO2.
La hoja de ruta incluye medidas muy diversas en la cadena de valor del cemento. Desde la utilización de biomasa en la fabricación del clínker, el producto intermedio del cemento, hasta la recarbonatación, proceso natural que se produce a lo largo del tiempo y que revierte permanentemente las emisiones de fabricación. Algunas medidas son a corto plazo, por estar la tecnología disponible, como la utilización de combustibles alternativos; y otras a más largo plazo, como las técnicas de captura y uso de CO2.
Las medidas que tienen más recorrido, por ser factibles a corto plazo, son especialmente necesarias ahora. Entre ellas se encuentran las relacionadas con la reducción del contenido del clínker en cementos, añadiendo adiciones activas y permitiendo reducir drásticamente las emisiones de CO2. Y es justo aquí donde encaja la reciente Norma UNE-EN 197-5, fundamental para usar nuevos cementos con mayor cantidad de adiciones una vez la reglamentación lo permita, esperemos que pronto. En definitiva, la Norma UNE-EN 197-5 llega en el momento oportuno.