La noticia de que el primer paseo espacial de mujeres fue cancelado en marzo de 2019, porque la NASA no había previsto trajes espaciales adaptados a la morfología de las mujeres astronautas, sacó a relucir una cuestión que raras veces aparece en las portadas. El mundo en el que todos vivimos se basa en normas desarrolladas en gran medida por y para los hombres.
La Comisión Electrotécnica Internacional, IEC, publica cada dos meses la revista e-tech. Aquí se reproducen algunos de sus contenidos, traducidos por la Asociación Española de Normalización, UNE. e-tech incluye reportajes que muestran los beneficios de la aplicación de las normas electrotécnicas internacionales.
Fotografías: Dos maniquíes de pruebas de choque masculinos (foto: iihs.org)
Catherine Bischofberger
Los hombres son mayoría en los comités técnicos de los organismos de normalización y, además, a menudo no son conscientes de las diferencias básicas entre hombres y mujeres cuando se trata prácticamente cualquier cosa: las mujeres reaccionan de manera diferente a la medicación, tienen morfologías muy diferentes a las de los hombres, tienen diferentes edades, etc. La lista es larga. Sin embargo, los organismos de normalización, incluido IEC, están empezando a tomar medidas para intentar cambiar la situación.
Informe canadiense
El Consejo de Normas de Canadá (CNC) ha publicado un informe muy detallado sobre cómo las normas afectan al género, particularmente cuando se trata de cuestiones de seguridad. Según el informe, “cuando la talla no protege a todos: entender por qué el género es importante para la estandarización, con frecuencia, las normas no protegen por igual a las mujeres y a los hombres, lo cual provoca muertes involuntarias”.
El CNC llevó a cabo un análisis global, utilizando datos de 106 países, sobre el impacto del género en la normalización. “En todos los países, y considerando todos los grupos de edad, encontramos evidencia de que la relación entre la normalización y las muertes involuntarias es, de hecho, específica de género. Los hombres se están beneficiando más de los efectos protectores de la normalización”, afirma el informe.
El informe cita varios ejemplos: los Equipos de Protección Individual (EPI) que se utilizan en los hospitales se basan en gran medida en la antropometría masculina. Por tanto, no protegen a las mujeres, situación que ha tenido un impacto en la salud del personal médico femenino durante la pandemia de la COVID-19. Otro ejemplo son los procesos de ensayo implementados por los fabricantes de automóviles: por lo general, los maniquíes de pruebas de choque no están diseñados con la morfología de las mujeres. Uno de los resultados de esta supervisión es que las mujeres tienen un 73 % más de probabilidades de sufrir lesiones graves o morir a causa de un accidente automovilístico que los hombres.
Los dispositivos activados por voz son otro ejemplo más: muchos de ellos responden más a las voces masculinas que a las femeninas, lo que también puede provocar accidentes, en vehículos autónomos, por ejemplo. Relacionado con ello, podemos mencionar otro buen ejemplo que ha salido a la luz recientemente: el sesgo en los algoritmos de Inteligencia Artificial (IA). En su mayoría son desarrollados por hombres y, por lo tanto, no se adaptan necesariamente a las necesidades de las mujeres. Los algoritmos son tan buenos como sus desarrolladores. El aprendizaje automático puede reproducir prejuicios sexistas y racistas del mundo real. Los sesgos pueden influir en la forma en que se recoge una muestra médica al no incluir algunos miembros de la población estadística prevista, por ejemplo. Esto podría resultar en la creación de un algoritmo utilizado para diagnóstico médico, entrenado solo con datos de un subconjunto de la población.
Según el informe, “el hecho de que muchas normas no tengan en cuenta a las mujeres puede reducirse a dos factores interrelacionados: la falta de representación femenina en el desarrollo de las normas y la falta de experiencia en género en el desarrollo de las mismas”.
El CNC realizó un seguimiento del número de mujeres en los comités espejo canadienses de IEC e ISO, comparándolas con el volumen de mujeres trabajadoras. Si bien las mujeres representan el 50 % de la población ocupada, solo representan alrededor del 20 % de los miembros de los comités espejo de ISO y del 10 % de IEC.
“En la estrategia de género del CNC identificamos tres prioridades, una de ellas es la necesidad de realizar una investigación sólida sobre el tema de género y la normalización. Cuando se trata de normalización, siempre hemos sabido, de manera anecdótica, que los beneficios de los estándares de salud y seguridad no son neutrales al género, que las normas no están haciendo lo suficiente para proteger a las mujeres”, afirma Chantal Guay, Directora ejecutiva del CNC.
“Por ejemplo, a lo largo de la pandemia hemos escuchado informes de mujeres trabajadoras de la salud que corren un mayor riesgo de contraer la COVID-19 debido al mal ajuste del EPI. Gracias a la investigación pionera del CNC, ahora tenemos evidencias concretas para compartir con el mundo, y poder avanzar”.
Llamamiento a la acción
Conocer el problema y aportar cifras que lo respalden es un primer paso fundamental. Pero, ¿cuáles son las soluciones para implementar el cambio? Una de las formas de avanzar es lograr que las organizaciones trabajen conjuntamente para abordar el problema:
El 14 de mayo de 2019 organizaciones internacionales, organismos nacionales e internacionales de normalización se adhirieron a la Declaración de la Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas (CEPE) sobre la Integración de Perspectiva de Género en Normas técnicas y Estándares.
Los signatarios se comprometieron, entre otras cosas, a “reconocer que la representación de las mujeres en el desarrollo de estándares casi siempre está por debajo de la paridad y que los resultados para hombres y mujeres no se abordan explícitamente durante el proceso de desarrollo de los estándares”. También se comprometieron a tomar medidas para garantizar que las normas tengan en cuenta las cuestiones de género.
En su ámbito, IEC decidió hace varios años dejar de utilizar la palabra “presidente” para los jefes de los comités técnicos y optar por “presidencia” por ser más neutral. Estableció un grupo ad hoc sobre cuestiones de diversidad y publicó una declaración de diversidad en junio de 2020 que acuerda:
- ayudar a crear conciencia sobre el valor de la diversidad de género en sus comités nacionales y partes interesadas, incluidas las organizaciones colaboradoras en el desarrollo de normas y los organismos de evaluación de la conformidad;
- reconocer que es necesario mejorar la representación de las mujeres en la elaboración de normas y la evaluación de la conformidad;
- reconocer que los requisitos para hombres y mujeres pueden no abordarse explícitamente durante los procesos de desarrollo de normas o evaluación de la conformidad y trabajar hacia la diversidad de género en todos los niveles organizacionales;
- comprometerse a crear, implementar y hacer seguimiento de los avances de un plan de acción de género para IEC.
Ser más inclusivo ya está dando lugar a un nuevo enfoque en términos de normalización. El sesgo algorítmico, por ejemplo, es un área en la que IEC está prestando mucha atención. Como dice François Coallier, que dirige uno de los subcomités conjuntos de IEC e ISO para tratar específicamente con Internet de las Cosas, “si alimenta un sistema de aprendizaje con datos corruptos, no obtendrá un buen resultado, por muy potentes que sean los algoritmos. Pero ahí es donde los estándares de rendimiento pueden ayudar, al permitir a los usuarios monitorear la calidad de los datos, por ejemplo”. Por lo tanto, IEC tiene una función que desempeñar para garantizar que los datos representen correctamente a las mujeres, por ejemplo.
El programa de jóvenes profesionales de IEC es relativamente diverso y está centrado en contratar a todavía más mujeres jóvenes, para que se unan a sus filas, conscientes de que estas son las expertas que encabezarán los comités técnicos del mañana.
El camino por recorrer es largo y todavía hay muy pocas mujeres en la mayoría de los comités técnicos de IEC. No obstante, algunos muestran el camino que hay que seguir: el IEC/TC 111 está cerca de alcanzar el 50 % de miembros femeninos. Es uno de los más activos y está dirigido por una mujer, Ulrike Haltrich. Si bien estos ejemplos siguen siendo por el momento, casos aislados, muestran que el cambio está en marcha.