ISO, a través del comité técnico ISO/TC 228 sobre turismo y servicios relacionados que lidera España, debe jugar un papel clave para hacer frente a la crisis del sector turístico provocada por el COVID-19. Este comité desarrolla normas sobre buenas prácticas para mejorar la prestación de servicios y dotar al turista de elementos objetivos para tomar una decisión informada.
La pandemia de la COVID-19 está llevando al sector turístico a la peor crisis de su historia.
El turismo es mucho más que ocio. Es libertad, es salud, es cultura, y sí, también es uno de los principales sectores económicos generadores de riqueza y empleo en todo el mundo.
Ante esta situación, es fundamental enfrentar el reto de recuperar la confianza de los trabajadores del sector y de todos nosotros, sus clientes, para que podamos volver a disfrutar de todas sus virtudes en condiciones de seguridad para la salud lo antes posible.
ISO, en particular a través del comité técnico ISO/TC 228 sobre turismo y servicios relacionados, cuyo liderazgo desempeñamos desde España, debe jugar un papel clave para hacer frente a este reto global. Este comité viene desarrollando normas sobre buenas prácticas para mejorar la prestación de servicios y dotar al turista de elementos objetivos para tomar una decisión informada.
Lo cierto es que esta crisis ha cambiado por completo nuestras prioridades, siendo la seguridad y salud nuestra principal preocupación en estos momentos. Sin embargo, no podemos olvidar que esta pesadilla pasará y cuando llegue ese momento, valoraremos otras cosas, como el bienestar de las personas. Se trata de un bienestar no solo entendido como ausencia de enfermedad, sino como un concepto integral que fusiona el estado físico, mental y espiritual.
Aunque no es un concepto nuevo, tras superar esta grave crisis sanitaria y económica, veremos más claramente sus beneficios. El bienestar no solo es llevar un estilo de vida saludable, vinculado a hacer deporte, estar en contacto con la naturaleza o la alimentación. También nos obliga irremediablemente a mirar hacia nuestro interior con el objetivo de sentirnos bien, felices y fuertes.
Conectar o desconectar, el bienestar es entendido de muchas formas y el creciente interés que despierta sugiere cambios profundos en el comportamiento de los consumidores, que impactan en un amplio abanico de negocios. Según el Global Wellness Institute, la industria del bienestar movió un mercado de cerca de 1.300 millones de euros en 2018.
El bienestar se entiende como un concepto integral que fusiona el estado físico, mental y espiritual.
Para dar respuesta a estas necesidades, ISO cuenta con normas asociadas al bienestar, en las que está trabajando desde hace tiempo. Un ejemplo ilustrativo es la ISO 21426 que establece los requisitos para la prestación del servicio en los balnearios. Esta norma, impulsada por el Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE), pone en valor las propiedades de los tratamientos a base de aguas termales y medicinales. De la mano de la norma ISO 17680 de talasoterapia, descubrimos los beneficios de un tratamiento con algas o de un baño con agua y sales de mar, mientras la ISO 17679 de spa de bienestar promueve un equilibrio físico, mental, emocional y social.
Además, tenemos la suerte de poder combinar la medicina tradicional con herramientas tecnológicas de atención virtual, como aplicaciones, tecnología ponible (wearables) o chatbots y otras innovaciones que nos ayudan a controlar salud, soledad o ansiedad. En este sentido, una futura especificación técnica aportará luz sobre la calidad y confianza de las apps de bienestar y salud.
Pero el bienestar no es algo estático: se construye con buenos hábitos como, por ejemplo, caminar o hacer deporte. Por ejemplo, la bicicleta se ha convertido en un medio de transporte clave de las ciudades sostenibles y futuras directrices de ISO promoverán, en concreto, la seguridad de los modelos eléctricos. Por su parte, la práctica segura del buceo y de otras actividades de turismo de aventura también disponen de referentes internacionales. Finalmente, en el comité técnico ISO/TC 83 se desarrollan normas sobre equipamientos deportivos e instalaciones recreativas, incluyendo pistas de tobogán de verano o artículos de recreo flotantes.
En definitiva, las normas ISO deben jugar un papel activo para gestionar y superar esta crisis, y convertirse, más si cabe, en las referencias para la prestación de servicios seguros y de calidad una vez la dejemos atrás.