BARNABY LEWIS
La movilidad global, la agricultura intensiva y los desarrollos urbanos se han extendido en áreas que anteriormente fueron inhabitables. Por ello, las normas internacionales ponen el foco en cuestiones como el acceso, uso y reutilización del agua.
Aunque cueste imaginarlo, el número de personas que carece de agua potable es elevado en el planeta; por no hablar de quienes no disponen de suficiente agua para cocinar, lavar o destinada a la agricultura. Se trata de una situación que dio pie a uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. Se trata del Objetivo 6 Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos.
Esta presencia destacada en los ODS subraya la importancia del agua para nuestro desarrollo, al igual que los tres comités técnicos ISO dedicados a los distintos aspectos del agua. En concreto se trata del ISO/TC 147 Calidad del agua, ISO/TC 224 Normalización de las actividades de los servicios de suministro de agua potable y alcantarillado. Criterios de calidad del servicio e indicadores de rendimiento e ISO/TC 282 Reutilización del agua. Como ocurre con los ODS, la labor de estos comités técnicos y las normas que están desarrollando -más de 80 en proceso actualmente- no se limita al agua en sí, y aborda áreas que van desde la agricultura y la producción alimentaria hasta las ciudades inteligentes. Centrémonos, por ejemplo, en la cuestión de la reutilización del agua: ¿cómo pueden contribuir las normas internacionales a que el agua sea adecuada para cada fin y se use correctamente?
Se podría pensar que la mejor solución sería tratar y depurar todas las fuentes de agua, pero no tiene por qué ser así. ISOfocus habla con el experto en agua Zillay Nawab, que nos explica cómo las necesidades difieren drásticamente según el destino. Con sus más de 30 años de experiencia, Zillay Nawab hace un valiosa contribución a las normas ISO participando en más de cinco comités y coordinando el grupo de trabajo ISO/TC 282/CTG 1 Communications Task Group.
Su primera afirmación es que “básicamente, la reutilización del agua tiene dos fases: captación y tratamiento. Ambas requieren infraestructuras y suponen costes; cuanto más se quiera depurar el agua, mayor gasto conllevará”. En definitiva, la clave está en la planificación. Como explica Zillay Nawab “es importante que el agua no esté contaminada en la captación”; el agua doméstica empleada para ducharse está relativamente limpia comparada con el agua usada en procesos industriales o en la descarga de un inodoro. Del mismo modo, el agua empleada en un entorno industrial, por ejemplo para refrigeración, no tiene por qué tratarse como el agua potable; sería un malgasto de recursos. También añade que “ciertas jurisdicciones obligan a las industrias a tratar el agua usada y eliminar los elementos dañinos antes de verterla a masas de agua, al suelo o al alcantarillado. No es una práctica universal y vemos muchos ejemplos de contaminación y problemas de salud derivados”. Como defensor de los derechos del agua, Zillay Nawab ve en las normas internacionales unas directrices claras “que ayudan a los urbanizadores y comunidades a hallar soluciones que les funcionan”. Las normas ISO permiten a todos los implicados –municipios, fabricantes, aseguradoras o organizaciones de desarrollo– participar en debates constructivos con un vocabulario común y una misma idea de en qué consisten las buenas prácticas.
Zillay Nawab vive y trabaja en Canadá, aunque estudió ingeniería en EE. UU. y es originario de Pakistán. Su perspectiva global sobre el proceso de elaboración de normas ISO basado en el consenso es positiva y destaca la “permanente necesidad de asegurar la participación de los países en desarrollo para así crear soluciones eficaces”. Destaca los beneficios de planteamientos tales como el hermanamiento, donde un país miembro de ISO experimentado y con amplios recursos apoya a un país miembro en desarrollo para crear juntos las normas. Esto se enmarca en una de las orientaciones estratégicas de ISO, desarrollo del capital humano y organizacional, que se refiere al fortalecimiento de las capacidades de ISO.
Asimismo, añade que una normalización internacional eficaz es viable sólo mediante “concienciación, consultas a los interesados, compromiso y colaboración entre países en desarrollo y desarrollados”. Sin duda, el papel de Zillay Nawab como coordinador del ISO/TC 282/CTG 1 complementa a la perfección sus conocimientos técnicos.
Los retos técnicos de la reutilización del agua enlazan con su papel como base de la vida y de la mayoría de fluidos. Químicamente, el agua tiene una gran capacidad de disolución, lo que viene bien para lavar ropa o tratar cultivos; pero complica las cosas si tan sólo necesitamos un vaso de agua limpia. Conseguir agua y sólo agua es, de hecho, bastante complicado.
Además, que dos terceras partes del planeta estén cubiertas de agua supone una paradoja. Parece potable, pero no se puede beber ni usar en la agricultura o la ganadería, al menos tal como está. El reto de la desalinización ha intrigado a generaciones de ingenieros. La tecnología nos ha acercado más que nunca al objetivo, pero la situación que tenemos es que, aunque es viable incluso a gran escala, supone un gran coste económico y ecológico. Normalmente, se basa en una destilación de alta energía o en complejas membranas, aunque la tendencia hacia el desarrollo de grandes centros urbanos en lugares inhóspitos puede hacer inviable cualquier otra opción.
Históricamente, las principales ciudades del mundo han nacido junto a los ríos; de hecho, en Europa sólo hay una capital lejos de algún río importante. Las ventajas van más allá del transporte y la pesca o de ver pasar el agua desde un puente dejando volar la imaginación. Cada río que atraviesa una ciudad es testigo de la importancia clave del agua. Aunque transportan menos mercancías y personas que antaño, siguen usándose ampliamente como fuente de agua y para el transporte de residuos. Pero ¿qué ocurre con las nuevas ciudades que han crecido en lugares en los que escasea el agua en todas sus formas?
Esta situación se aprecia especialmente en lugares que se han desarrollado rápidamente. Y pocos lugares han crecido tanto como las deslumbrantes urbes de los Emiratos Árabes Unidos. Foco de atracción de millones de turistas, como destino y nudo de comunicaciones, los Emiratos Árabes Unidos también baten récords en crecimiento poblacional que alcanza el 8 %, en parte por la llegada masiva de personas atraídas por la promesa de un empleo lucrativo y una vida de lujo.
De hecho, el propio Zillay Nawab trabajó en Abu Dabi más de 20 años y contribuyó a desarrollar uno de los mayores sistemas de alcantarillado por gravedad y reciclaje de agua de Oriente Medio. Con más de 40 km de largo y sus 5,5 m de diámetro, este túnel es todo un hito de la ingeniería moderna. En los países del Golfo, donde el agua es escasa de por sí y llega sobre todo de plantas desaladoras, el uso avanzado del agua y la concienciación pública de cómo consumir menos han creado algunas de las ciudades más eficientes del mundo en cuanto al uso del agua. Zillay Nawab pone en perspectiva la reducción del consumo. “Por ejemplo, los residentes siguen consumiendo el doble que los de las grandes ciudades canadienses, pero la región tiene buenos registros de reutilización”. La medalla de oro se la lleva Tel Aviv en Israel, donde nada menos que el 90 % del agua se reutiliza en la agricultura o la industria. Pero Abu Dabi no le va a la zaga con su 85 %, gracias a inversiones estratégicas de miles de millones de dólares.
En la vecina Dubái, aún les queda mucho por hacer. Por Internet podemos ver colas de miles de camiones cisterna dirigirse a lejanas plantas de tratamiento de aguas residuales. No es raro que los conductores, frustrados por los atascos, viertan ilegalmente estas peligrosas aguas en los desagües pluviales o en el suelo, donde pueden contaminar los acuíferos o acabar en el mar. El problema se ha abordado de inmediato, ya que los patógenos arrastrados por el agua suponen un grave riesgo para la salud y solo el 70 % de las aguas residuales llegan a la red. Contener y tratar el resto de forma segura es prioritario si la ciudad pretende ponerse a la altura de su vecina Abu Dabi.
El reto esencial de cómo gestionar el agua en las ciudades en rápido crecimiento no es exclusivo del Golfo. Simplemente, han tenido que abordarlo antes que otros lugares y han respondido con soluciones de categoría mundial. No obstante, más de la mitad de la población mundial es urbana y se prevé que esta proporción llegue al 70 % en 30 años.
Se trata de una buena noticia, ya que las ciudades son la forma de convivencia más eficiente y potencialmente sostenible. Son las que mejor aprovechan los recursos, los distribuyen eficazmente y se benefician de economías de escala que crean una vida más práctica y ecológica.
El futuro es la conectividad. Si comprendemos los hábitos de los residentes, su distribución cambiante y demografía, sus necesidades de transporte y los patrones de uso de los recursos, también de servicios tales como el agua, la gente disfrutará de un servicio cada vez más eficiente. Las ciudades inteligentes ha sido el tema del Día Mundial de la Normalización de 2017, e ISO tiene hoy un papel más destacado que nunca en el desarrollo de normas para integrar todos los aspectos de cómo sostener a siete mil millones de ciudadanos, de forma cómoda y segura1.
No obstante, la contaminación del agua no es un problema únicamente para el ser humano. La sal es igualmente desagradable para el ganado y los cultivos. Un reto importante para una producción sostenible de alimentos es dejar atrás la excesiva dependencia del agua mineralizada extraída de pozos. Su uso para regar las tierras áridas y semiáridas provoca tal salinidad que se pone en peligro su uso continuado en la agricultura. Lejos de crear áreas marginales productivas, una gestión incorrecta del agua ha convertido miles de hectáreas de tierras en salares artificiales donde los cultivos apenas pueden sobrevivir. Una planificación sensata, un riego certero y la reutilización eficiente del agua son parte de la solución.
(1) Más información en www.iso.org/sites/worldsmartcity
A diferencia de la energía, el agua sí se crea y se destruye. Tal vez, algunos recuerden un experimento sencillo de los tiempos de la escuela; se conectaba una pila a dos electrodos que se introducían en un vaso de agua. De modo parecido, la quema de hidrocarburos crea agua.
Fuera del laboratorio de ciencias, el agua se debe tratar como un recurso limitado y valioso. Gracias a expertos de ISO como Zillay Nawab y a las más de 300 normas internacionales sobre parámetros para un agua segura, su uso eficiente, captación, tratamiento y reutilización pueden hacerse realidad en todo el mundo, y ayudar a conseguir un objetivo clave de desarrollo sostenible.
Un acceso igualitario traerá ventajas inmediatas a casi dos mil millones de personas que se ven obligadas a beber agua contaminada a diario. Además, es vital para hacer realidad casi el resto de objetivos, como vida submarina, hambre cero y ciudades y comunidades sostenibles. Sin duda, un buen motivo para celebrar.