La alimentación se constituye, indudablemente, como uno de los pilares básicos sobre los que se erige el Estado del Bienestar, procurando sociedades basadas en la igualdad y la fraternidad de sus miembros. El segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible de la ONU busca erradicar el hambre en todo el mundo, persiguiendo estos objetivos. Para conseguirlo, resulta fundamental centrarse en las comunidades más vulnerables, así como en una mejora sustancial del sector de la producción alimentaria, prestando una atención especial al ámbito de la agricultura y de los cultivos sostenibles; promoviendo, además, un consumo ético y saludable de los distintos tipos de alimentos.
La malnutrición y el hambre extremo son las principales barreras para conseguir el desarrollo sostenible propuesto en la Agenda 2030, pues se traducen en individuos menos productivos y con mayor riesgo de contraer enfermedades. Actualmente, cerca de 800 millones de personas son víctimas de esta situación alrededor del mundo, sobre todo en países en vías de desarrollo y del tercer mundo. Algunas de las causas que contribuyen a ello son las prácticas agrarias de precaria calidad, la escasez de alimentos producida por guerras y la destrucción del medio ambiente, y el desperdicio masivo de comida, entre otras.
En el ámbito nacional, a través de encuestas del Instituto Nacional de Estadística (INE), se conoce que, a lo largo de 2017, un 3,7 % de personas experimenta carencia material de alimentos, al no poder permitirse una comida con carne, pollo o pescado una vez cada dos días. El grupo más afectado por esta situación ha resultado ser el de los menores de edad (un 3,4 %), junto con el de las personas mayores de 65 años (un 3,3 %). Al igual que el plano internacional, estas circunstancias se relacionan directamente con problemas de vulnerabilidad social y de marginación, así como con el consumo no sostenible o la adopción de hábitos no saludables. Por ello, resultan determinantes, además de las medidas adoptadas para la resolución del ODS 2, las concernientes al ODS 1 de lucha contra la pobreza y al ODS 3 de mejora de la salud.
Seguridad alimentaria
La Norma UNE-EN ISO 22000 sobre sistemas de gestión de la inocuidad de los alimentos pone el foco en la seguridad de todas las fases de la cadena alimentaria, esto es, producción, transporte, distribución, consumo y reciclaje. En complementariedad a esta última, destaca la Norma UNE-ISO 22006, que contempla una guía para la aplicación de la Norma ISO 9001 en la producción de cultivos.
Asimismo, las normas que contemplan requisitos sobre materiales en contacto con alimentos también contribuyen a garantizar la seguridad alimentaria y la consecución del ODS 2. Es el caso de la serie UNE-EN 1186 o la serie UNE-EN 1230, que hacen mención, respectivamente, al tratamiento de plásticos, y de papel y cartón que entran en contacto con los alimentos.
Ética y sostenibilidad
Del mismo modo, resultan indispensables la Norma UNE-EN ISO 14001 de Sistema de Gestión Ambiental en las organizaciones; o la Norma UNE-ISO 26000 de Responsabilidad Social, que ofrece una serie de requisitos éticos para la consecución de los ODS 2, asegurando el carácter sostenible, igualitario y pacífico de las sociedades del futuro. Por su parte, la Norma UNE-ISO 20400 de compras sostenibles resulta de gran importancia para fomentar el comportamiento socialmente responsable y condiciones de trabajo éticas, promoviendo además buenas prácticas de compra en toda la cadena de producción de alimentos.
Por otra parte, el impacto positivo en el medio ambiente, en un camino hacia la producción sostenible de alimentos, cuenta con el apoyo de la Norma UNE 195006, que apuesta por la pesca controlada de atún, combatiendo, así, la actividad ilegal en dicho ámbito, asegurando los derechos de las personas a bordo de los pesqueros y contribuyendo a la preservación de otras especies animales, como tortugas, delfines y tiburones durante la pesca del atún.
La normalización supone, en definitiva, un pilar fundamental para demostrar el compromiso de las organizaciones con el desarrollo sostenible, con el avance hacia una sociedad globalizada basada en el consenso y en actitudes pacíficas, apostando por la igualdad y la erradicación de la pobreza, también en el fantasma del hambre y de la malnutrición.
La Organización Internacional de Normalización (ISO) ha identificado 49 estándares internacionales que contribuyen al ODS2.
Opinión
Cómo afrontar los desafíos de los ODS
Mauricio García de Quevedo
Director General
Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB)
En 2015, Naciones Unidas estableció 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) globales, como pieza fundamental de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Alcanzar estos ambiciosos ODS requiere de la acción conjunta de gobiernos, sector privado, sociedad civil y todos los ciudadanos.
Para las empresas, los ODS suponen ámbitos concretos de trabajo para mejorar las condiciones de vida de la población mundial, la conservación de los ecosistemas y el impulso a modelos de negocio más comprometidos. Así, ya han comenzado a abordar los retos vinculados a su actividad. Estos esfuerzos se incluían en muchas ocasiones en sus sistemas de reporte de sostenibilidad; y ahora comienzan a enfocarse hacia compromisos más concretos para la consecución de las metas de los ODS. Las empresas más competitivas están realizando progresos aprovechando este impulso que ya tenían y que se adecua a la creciente demanda actual de la sociedad del cumplimiento de requisitos ambientales y sociales, ampliamente incluidos en los ODS.
También el papel de la pyme es clave para articular y poder conseguir el cumplimiento de los ODS. Dada su representatividad e impacto socioeconómico, su transversalidad y directa implicación con el desarrollo rural es fundamental para alcanzar una estrategia global que implique la actividad de las pymes en el logro de los ODS, traduciéndose en nuevas oportunidades de negocio para ellas.
Las empresas del sector de la alimentación y bebidas han comenzado a alinear con los 17 ODS las estrategias de negocio que vienen desarrollando, conscientes de la relevancia que han adquirido los mismos y de su utilidad para integrar muchas de estas cuestiones en su modelo de negocio, en la cadena de suministro y en la relación con sus grupos de interés. Su actividad tiene una relación única con el medio ambiente, un entorno del que depende para disponer de forma continua y adecuada de materias primas seguras y de alta calidad, por lo que su correcta conservación implica asegurar una producción sostenible a largo plazo y se convierte en un elemento central en su modelo de negocio. Asimismo, más allá de posibles cuestiones de obligatoriedad legal o de demanda concreta por parte del mercado o los consumidores, se trata de una cuestión de ética y responsabilidad, que ayuda a crear y aportar un legado positivo al planeta, a la vez que un fortalecimiento de la empresa y de la marca.
En este sentido, cuestiones ambientales clave como la gestión del agua, el manejo de recursos naturales, la mitigación de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y la adaptación al cambio climático llevan tiempo abordándose por parte del sector. Con el enfoque de los ODS no solo se hace frente a estos retos, si no que se trabaja en ellos de manera conjunta y transversal, incorporando las cuestiones que son comunes. En este sentido, un aspecto importante es la armonización de metodologías de cálculo, a lo que contribuye la normalización.
En el caso de los aspectos de carácter social, en algunos casos los compromisos de los ODS pueden servir también para orientar las acciones que hay que desarrollar sobre los mismos, incorporando a los procesos de trabajo y a la cadena de suministro aspectos que hay que tener en cuenta, como las condiciones laborales, igualdad de género, contribución a erradicar la pobreza o fomento de la educación. Todos los ODS están adquiriendo cada vez más relevancia y presentan desafíos y oportunidades para las empresas.
422 Normas implicadas por producto alimentario
503 Normas implicadas por categoría